domingo, 22 de septiembre de 2013

Aceptación, dificil y necesaria lección de vida

A tod@s los seres humanos nos gusta sentirnos aceptados y respetados por ser quienes somos, sobretodo por las personas que queremos y que nos quieren, ahora bien, para que otro ser humano nos acepte, antes, tenemos que aceptarnos nosotr@s y esto cuesta trabajo, por una parte nuestro inconsciente y por otra parte el contexto social en que vivimos que nos empuja al perfeccionismo exacerbado y a la insensatez de vivir hacia fuera y no hacia dentro, simplemente por la necesidad de aprobación. Quizás sea más importante y más humano reconocer que tenemos luces y sombras y que precisamente esas, nos humanizan, y mucho, y esas mismas luces y sombras son las que tienen los demás, de ahí que reconociendo las nuestras podamos aceptar mejor las de los demás. ¿Aceptamos realmente a una persona cuando no la dejamos expresarse en libertad? ¿Cuando no nos gustan sus opiniones y las vivimos como algo personal? ¿cuando anteponemos nuestro ego a la empatía de comprender cómo se siente? ¿cuando no somos capaces de ver su falta de amor y el dolor en las quejas que a veces injustamente recibimos? ¿cuando le decimos tienes que... eres tal...deberias....? La respuesta es NO

Aceptación

Al aceptar incondicionalmente a los demás, les ayudamos a que se quiten sus máscaras y que se encuentren a gusto tal y como son. La seguridad de ser aceptados les da la libertad de ser ellos mismos y les permite llegar a conocerse fácilmente y también a aceptarse a sí mismos.

Sólo nos podemos sentir cómodos cuando nos adaptamos a nuevas situaciones y a diferentes maneras de hacer las cosas si somos alegres y permanecemos tranquilos. A menudo nos resistimos a las nuevas ideas de los demás o a las circunstancias cambiantes debido a que tenemos celos, desconfianza o resentimiento. Si alejamos esta negatividad, empezamos a ver con una visión positiva y podemos incluir nuevas perspectivas en la vida, con un sentido de franqueza y aventura.

A medida que crece nuestra fuerza espiritual, abandonamos el hábito de preocuparnos. Para nada sirve, como no sea para llenarnos de tensión y hacernos sentir desdichados. Cuando dejo de inquietarme por cosas que están más allá de mi control, y en cambio me concentro en crear pensamientos optimistas y bondadosos, mi vida se encauza en direcciones mucho más positivas. Al encarar la vida con espíritu liviano y optimista puedo afrontar y aceptar con calma todo lo que ella me depare.

Alentar mi optimismo es el mejor modo de conservar la alegría. Para lograrlo puedo empezar el día meditando sobre cómo derramar luz y amor en las situaciones que se me presentarán a lo largo del día. Si luego me mantengo en contacto con el espíritu de Dios y con su benévola mirada, la felicidad interior que me embargará me ayudará a afrontar y aceptar cualquier situación sin sentirme agobiado.
 
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